Hola a tod@s
En anteriores posts os he hablado sobre temas relacionados con la publicidad y el consumo responsable:
- Respuesta contrapublicitaria: anuncios que nos venden estilos de vida
- Bombardeo publicitario: creando máquinas de consumir
- El consumo responsable de marcas y cómo afecta al medio ambiente
El artículo de hoy viene motivado porque hace poco he comenzado a ver un anuncio en la televisión que me ha parecido, cuanto menos, irónico. Son muchas las marcas las que, de una forma u otra, nos venden su producto como una fuente de felicidad. Algo normal, ya que para que quieras comprar un producto éste te tiene que aportar algo positivo y lo positivo para uno se suele traducir, en mayor o menor medida, en felicidad. A veces el anuncio hace uso de las cualidades del producto (independientemente de que se ensalcen o no) y otras directamente, como comentaba en el artículo del primer enlace, nos venden estilos de vida que nada tienen que ver con el producto en sí.
Pues bien, este anuncio en particular del que os hablo (y teniendo en cuenta de que otros similares pulularán por ahí) ha superado con creces todo lo anterior. Su mensaje no consiste únicamente en vendernos algo que nada tiene que ver, como la conocida frase en la que uno pregunta «¿a dónde vas?» a lo que otro contesta «manzanas traigo», sino que promueve algo bastante contrario al propio producto. Como si alguien nos intentase convencer de que va a llover cuando no hay nubes en el cielo, o de que nos ha tocado la lotería sin haber comprado un solo décimo.
Prefiero no mencionar la marca directamente, pero sí diré del producto anunciado que una de sus características es su alto contenido en azúcar y que su consumo debe ser moderado. En el primer enlace que he dejado al comienzo del artículo se puede ver un vídeo contrapublicitario precisamente contra esta marca (aunque también hay que reconocer que los casos que presenta son debido a un consumo excesivo, no eventual). El mensaje con el que se vende hace referencia a levantarse, a moverse y a llevar una vida poco sedentaria (pero eso sí, que el consumidor ingiera azúcar a saco). Supongo que con la última línea alguna bombillita se habrá encendido.
Como comentaba antes, este es un caso entre otros, sólo que me ha llamado la atención especialmente. Cuando se realizan talleres sobre el consumo responsable creo que es una buena idea el dar algún tipo de taller de contrapublicidad a posteriori, para asentar bien el mensaje. Aprovechando toda la parrafada anterior os voy a explicar, desde mi punto de vista, cuál ha de ser el punto de partida para este tipo de talleres y cómo llevarlos a cabo.
¿Qué han de saber los participantes en un taller de contrapublicidad?
Lo primero que deben tener claro son los objetivos de la publicidad:
- La publicidad busca siempre, vender (exceptuaremos las organizaciones no gubernamentales, cuya publicidad es para ganar algo, pero para otros)
- La publicidad a veces se aprovecha de los estereotipos de la sociedad, para vender más.
- Alrededor de la creación de anuncios existen técnicas relacionadas con la psicología para conseguir su objetivo
- Las personas somos sensibles a la publicidad, aunque creamos que un anuncio no va a cambiar nuestra decisión de compra
- Estamos, todos los días, rodeados de publicidad. No hace falta ver la tele para recibir impactos publicitarios dado que en las ciudades hay carteles, letreros, etc.
- Aunque una persona no tenga pensado comprar un producto, está demostrado que un gran número de impactos publicitarios sobre ese producto aumenta la probabilidad de compra de la persona
Y por supuesto, saber para qué sirve la contrapublicidad:
- La contrapublicidad le da la vuelta al mensaje de un anuncio, dejando en evidencia que el mensaje que se envía es falso o no es razón suficiente para comprar el producto. Por ejemplo: Hace unos años los anuncios de tabaco se aprovechaban mucho de la imagen de que un hombre era «más hombre» si fumaba. Un ejercicio de contrapublicidad sería por ejemplo que un chico haga de fumador y dos chicas se sientan atraídas por él pero al acercarse vean que le huele la boca a tabaco y se vayan, o que una de ellas vea que fuma y diga que prefiere un chico sano.
¿Qué anuncios elegir para el taller de contrapublicidad?
- La persona organizadora de la actividad debe llevar anuncios. Pueden ser vídeos o simplemente carteles.
- Para las primeras veces, lo mejor es seleccionar anuncios sobre productos que claramente dañan la salud (por ejemplo de tabaco)
- Para continuar se pueden seleccionar otro tipo de anuncios. Si se trabaja con chicos y chicas que ya han realizado actividades de este tipo se puede probar con los anuncios que asocian una idea que nada tiene que ver a su producto.
Resultado
Lo normal en este tipo de taller es trabajar en varios grupos, de este modo hay variedad de ideas y permite un análisis del anuncio a contrapublicitar desde varios puntos de vista. Como resultado tiene que haber un contra-anuncio, es decir un cartel, actuación (en función de si el anuncio era un cartel o un vídeo) con el mensaje contrapublicitario.
Es bueno que los grupos enseñen su trabajo al resto (por ejemplo que lo presenten delante de los demás) y que todo el mundo pueda opinar al respecto. Así desarrollaremos el sentido crítico de los participantes ante la publicidad a través de varios ejercicios.
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